Por la unidad de las mujeres, las diversidades y los feminismos en un solo Encuentro

34 años de Encuentro Nacional de Mujeres y un balance necesario de nuestras conquistas

Los 34 encuentros fueron parte del proceso que llevamos a delante las mujeres y los feminismos en Argentina desde 1983 de hasta acá: divorcio, patria potestad compartida, leyes contra la violencia género, cupo femenino en las listas, el acceso público a los métodos anticonceptivos, la educación sexual integral, la figura del femicidio, la posibilidad de jubilarse aún sin aportes a los 65 años o que se contabilicen tres años de aportes por hijos/as, el aborto como derecho a decidir sobre nuestra maternidad. Y como hecho político la creación del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad. Pero antes también fueron los derechos laborales, el voto, el derecho a ser propietarias, el abolicionismo frente al sistema prostituyente y muchos otros. También el movimiento LGTTBI+ fue desarrollándose, conquistando el matrimonio igualitario, la Ley de Identidad de Género, la ley de inclusión y cupo laboral travesti trans, la posibilidad de adoptar, y mucho más. Todos estos cambios fueron y son un avance social para el conjunto del pueblo.

Uno de los grandes puntos de inflexión de esta última ola de conquistas fue en 2015 ante los femicidios: uno cada 35 horas en promedio en nuestro país, que conmovieron a toda la sociedad. Bajo la consigna “Ni una menos” nos movilizamos masivamente. Así avanzamos: se dejaron de llamar “crímenes pasionales” los brutales asesinatos machistas, pasaron a denominarse femicidios y además se empezaron a contabilizar en la Justicia de forma oficial. Desde ya que no alcanza con las leyes, porque en cada femicidio y en cada nueva situación de violencia de género se verifica la raíz de un machismo de origen patriarcal, surgido hace 10 mil años junto al antagonismo de clases en la sociedad.

Este gran rechazo a la opresión violenta de género sobre las mujeres ayudó a darle fuerza a la lucha por el aborto que habíamos comenzado de forma organizada con la Campaña en 2005. Porque dijimos “Basta de muertes por aborto clandestino” y frente al mandato de la maternidad obligatorio conquistamos el derecho a decidir sobre nuestros proyectos de vida.

Para conquistar esos derechos, las mujeres y las diversidades sexo-genéricas tuvimos que ir ganando debates en el conjunto del pueblo y en toda la sociedad.

Lo que enfrentamos

Los sectores como los Milei, los Macri, las Bullrich, las Acuña y las Canosa dicen que las mujeres ya alcanzamos la igualdad con los derechos civiles y políticos. Y desde la reacción más recalcitrante golpean a nuestro movimiento. Particularmente niegan la doble opresión que sufrimos las mujeres trabajadoras: sufriendo la explotación laboral y luego al volver a nuestros hogares haciéndonos cargo del trabajo doméstico, la crianza y el cuidado de los hijos e hijas.

Además, la desigualdad salarial y la precarización es absoluta en las relaciones laborales de los trabajos de cuidados de las personas mayores, enfermas y de la niñez, igual que el trabajo doméstico por hora o “cama adentro”.

Y cuando con las separaciones y divorcios se ponen en juego los bienes gananciales, o simplemente la posibilidad de que la mujer “lo deje a él”, se desata el infierno que termina en el femicidio de cada día, aunque ya no salga en los medios.

Polémicas y debates en esta convocatoria

El cambio de nombre, las rupturas y los debates llevados al límite están siendo la expresión de un giro programático erróneo. El rol de la mujer, por número, peso en la producción, los servicios, la educación, la salud, y desde ya en nuestro rol gestante en la reproducción biológica y crianza, que es innegablemente central (más allá de decidir maternar o no).

Por eso es un grave error secundarizar a las mujeres en su rol de trabajadoras y en la producción dentro de las fábricas, donde además protagonizamos la política desde el sindicalismo. En el último Encuentro, los primeros talleres trataban sobre estos temas y ahora lo mandaron como octavo eje temático; y eliminaron el histórico taller de “Mujer y Trabajo” y el de “Mujer y Organizaciones Sindicales”, transformándolo en “Feminismos, transfeminismos y activismo sindical”.

Es un error, porque es en el mundo del trabajo donde principalmente nos hacemos fuertes. No solo las mujeres, también las diversidades como las travestis-trans que conquistaron el cupo laboral porque había que luchar contra el destino social de sometimiento y muerte bajo el sistema prostituyente. Porque la prostitución no es un trabajo.

Por eso, otro grave error, es haber puesto en el eje sobre trabajo un taller de “trabajo sexual”. Todas sabemos que este es un debate con posiciones antagónicas en nuestro movimiento en los últimos años. Debería haber un taller de prostitución en donde se puedan debatir ambas posturas y no que la comisión organizadora tome postura enmarcándolo provocativamente en trabajo.

Nuestro horizonte

La lucha de nuestro movimiento debe ser la profundización del rol que estamos alcanzando las mujeres y las diversidades en el mundo del trabajo, la producción, la política, la ciencia y la cultura. Desde ahí daremos la batalla por la visibilización y el reconocimiento de los derechos que cada identidad sexo-genérica demande socialmente. El conflicto no puede ser dividirnos entre nosotras y nosotres, ni contra la sociedad en general porque mayoritariamente está constituida por mujeres y hombres según el último censo nacional. Ese no es el problema.

No debemos encerrarnos en un movimiento de “colectivos”, sectorizándonos alrededor de un debate de activistas y perdiendo la profundidad que la disputa en la sociedad frente a la reacción y la derecha hoy exige. Tenemos que pelear por un único Encuentro en el 2023 que nos encuentre unidas frente a las grandes tareas por transformar la Argentina para seguir siendo faro mundial del gran movimiento feminista y de la lucha popular.