El gesto de Elon Musk durante el acto de asunción de Donald Trump no fue ni torpe, ni espontáneo, ni improvisado. Fue un guiño a la extrema derecha, aunque dejando correr también las versiones de “saludo romano” como para no espantar demasiado. Este doble mensaje es sutilmente pensado por los propagandistas de ultraderecha que buscan formas de alimentar ideológicamente la reacción pero sin hacerlo del todo explícito. Así lo interpretó por ejemplo el diario alemán Die Zeit, más acostumbrado a estas operaciones.
Históricamente, el llamado “saludo romano” no tiene raíces en la antigua Roma. Este gesto surgió en el cine mudo y las producciones teatrales del siglo XIX, donde se representaban dramas de la antigüedad. Este gesto luego sería adoptado por Benito Mussolini en 1923 y a Adolf Hitler en 1926, quienes lo institucionalizaron en sus regímenes.
Curiosamente, un gesto similar fue parte del saludo a la bandera en las escuelas estadounidenses hasta 1942, cuando fue abandonado por su parecido al saludo nazi durante la Segunda Guerra Mundial. En cualquier caso, Elon Musk decidió dejar de hacer esa clara distinción que tuvo como objetivo enfrentar al nazismo.
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