Mas allá de la identidad doctrinaria, académicista y casi binaria con que Milei lo impregna todo, es importante no escindir su discurso en Davos de uno de los principales sponsors que lo ha traído a la presidencia de la republica: Donald Tump. El apoyo de Elion «litio» Musk horas más tarde lo graficaría.
El pragmático Trump pensará, qué sarta de doctrinarismos tiene este muchacho en la cabeza: pero es nuestro doctrinario!
Con «Occidente está en peligro» corresponde deducir dialécticamente que es bajo el peligro de Oriente. Y ahí entran China, Rusia y todo el medio oriente que rodea a Israel y que incluye a los huties de Yemen. Y se quedó corto porque Sudáfrica que ha denunciado el genocidio de Israel en los tribunales de la Haya, está claro que queda en África.
Tras esta primera frase que obliga a la deducción, Milei ubicó un blanco político amplio, que paradójicamente no está en Oriente, donde el feminismo no existe, sino en el occidente globalista, socialdemócrata, nazi, cristiano-colectivista, en el estado de bienestar y su parientes pobre «la justicia social». También en los comunistas, pero ya sabemos que estos estamos por todo el mundo desde que Carlos Marx escribió el Capital.
Acá Milei obliga a deducir nuevamente, pero otra vez la ayuda de Elion «litio» Musk resuelve: es la campaña presidencial de Trump, estúpido! El «globalista» es el geronte Biden!
Después fueron 13 minutos de ataque académico ideológico al los autores económicos neoclásicos de occidente, que osaron plantear que quizás, alguna vez, algo el Estado deba regular a los monopolios. Clarificada esa 5ta columna teórica occidental, como origen del pecado original, valga la redundancia, Milei instó a los monopolistas del mundo a no dejarse avasallar más por los sindicatos, ni por los impuestos. Para cerrar a todo culo casi con: «monopolistas occidentales del mundo uníos! Viva la lucha de clases! Viva la libertad carajo!
