Salario, precio y ganancia

Una polémica que no pierde vigencia, abordada por Carlos Marx en 1865

La memorable exposición de Carlos Marx en 1865 ante la Asociación Internacional de los Trabajadores fue publicada, años más tarde, bajo el título “Salario, precio y ganancia”.

Es muy común escuchar que “el aumento de salarios genera inflación”. Es una frase reproducida desde medios hegemónicos o incluso incorporada en el llamado “sentido común”. Lo curioso del asunto es que tal afirmación no sólo tiene más de un siglo, sino que ya fue científicamente refutada por Carlos Marx en 1865, en una memorable exposición ante la Asociación Internacional de los Trabajadores (o Primera Internacional). Pero esta falsedad se ha seguido repitiendo, no por el peso de la razón sino por el poder dominante. Queda, sin embargo, aquella exposición publicada bajo el título Salario, precio y ganancia como una herramienta de los trabajadores para nuestra lucha emancipadora.

exposición de Marx se inicia respondiendo al planteo en el seno de la propia Internacional de un tal John Weston, que insistía con la inconveniencia de subir los salarios. Marx demuestra primero lo insensato de tal afirmación para luego desarrollar sintéticamente su descubrimiento del plusvalor. Descubrimiento fundamental que luego sería ampliamente desarrollado en El Capital , publicado dos años después de aquella conferencia. En el presente artículo, resumimos algunos de los análisis de Marx, como un incentivo a leer esta valiosa intervención de 1865.

¿Los salarios determinan los precios?

Según analiza Marx, el planteo de Weston se basaba en dos premisas: “1) que el volumen de la producción nacional es una cosa fija (…); 2) que la suma de los salarios reales –medidas en mercancías que se puede comprar con ellos– es también una suma fija”.

Weston no negaba que los obreros pudieran arrancar un aumento de salarios. Pero “como según él la suma de salarios es fija por ley natural, este aumento provocará necesariamente una reacción”: es decir, un aumento del precio de las mercancías haciendo que en definitiva el salario termine comprando la misma cantidad de mercancías que antes. Weston ilustró su teoría diciendo que “si una sopera contiene una determinada cantidad de sopa, destinada a determinado número de personas, la cantidad de sopa no aumentará porque aumente el tamaño de las cucharas”.

Lo primero que responde Marx es que, aun suponiendo una producción nacional constante, nada prueba que la suma de salarios deba ser también constante. Porque también está la ganancia capitalista, que puede variar en relación a los salarios (incluso suponiendo fija la suma total de salarios y ganancia). “Así, pues, el volumen fijo de la producción no llegará jamás a probar la suma fija de los salarios. ¿Cómo prueba, pues, nuestro amigo Weston esa fijeza? Sencillamente, afirmándola”, disparó.

Entonces Marx insiste en que los precios de las mercancías no están determinados por la voluntad del capitalista –que podría según esto subir los precios si sube el salario–, sino por la ley de oferta y demanda. Por lo tanto, si sube el salario, lo que ocurre es que baja esa ganancia. Esto no niega las circunstancias peculiares en que el capitalista sí podría imponer sus precios, como el desabastecimiento o el monopolio. Pero, aun así, ¡tampoco son circunstancias que dependan del salario!

Lo que reconoce Marx, siguiendo esta misma ley, es que un aumento de salarios puede derivar en un aumento de la demanda; lo que a su vez impulsa un aumento de precios. Pero no es un aumento general de precios, sino sólo de aquellas mercancías que consumen lxs asalariadxs. Y, por otra parte, sería un aumento circunstancial hasta que la oferta se equilibre nuevamente con la demanda. (Esto, en el caso argentino, podría sí influir en otras variables como la falta de dólares y su consecuente presión devaluatoria. Pero el problema seguiría siendo, en todo caso, la falta de control del comercio exterior, la fuga de divisas, el acaparamiento extorsivo de agroexportadores y la frágil situación macroeconómica de un país dependiente como el nuestro.)

Según concluye, la falacia de Weston podría resumirse en un simple dogma: “Los precios de las mercancías se determinan o regulan por los salarios”. Esto es lo que desarma completamente Marx desarrollando la teoría del valor hasta el descubrimiento del plusvalor.

Precio y valor

La ley de oferta y demanda describe las oscilaciones del precio de una mercancía; pero, en sí, no nos explica de dónde surge su valor (referido con más precisión como valor de cambio). El economista liberal-burgués Adam Smith, citado por el propio Marx en su intervención, distingue al “precio natural” (o valor) del “precio de mercado” (o precio a secas): “El precio natural es (…) el precio central, hacia el que gravitan constantemente los precios de todas las mercancías.”

¿Cómo obtener entonces el “precio natural” o valor? Según Marx, el valor de una mercancía es “la cantidad de trabajo socialmente necesario materializado” en la misma. Dos mercancías pueden ser intercambiables entre sí porque tienen algo en común: trabajo incorporado en su producción. Si son equivalentes, es porque la cantidad de trabajo para ambas mercancías es la misma. Esta teoría parte de los desarrollos teóricos previos de Adam Smith y de otro economista clásico inglés, David Ricardo, que relacionaron valor con trabajo. Marx refuerza el carácter social del trabajo, descartando la idea de un valor o precio “natural” de la mercancía. Porque el valor de una mercancía no se explica ni por su materia ni por su forma sino por el esfuerzo social en su producción (medido en tiempo medio de trabajo).

De este modo, lo que determina el precio de las mercancías no son los salarios, sino el trabajo (social) incorporado en su producción. Esto lleva a precisar la diferencia entre trabajo y salario.

Salario y ganancia

El salario es el precio que el capitalista paga por el uso de la fuerza de trabajo del obrero (o cualquier asalariado). La fuerza de trabajo es entonces una mercancía, ofrecida por el obrero y demandada por el capitalista, cuyo precio está sujeto por lo tanto a la ley de oferta y demanda. Los paros, los despidos o las leyes laborales son algunas de las formas que adquiere la negociación entre las partes a la hora de establecer un precio.

¿Pero cuánto es el valor de la mercancía-fuerza de trabajo? Nuevamente, el tiempo socialmente necesario para reproducirla. Es decir, la suma de alimentos, vestimenta, gastos de vivienda, salud y educación que requieren el trabajador y su familia para poder subsistir.

La peculiaridad de la fuerza de trabajo es que, en su uso por parte del capitalista, se obtiene más valor del que el obrero requiere estrictamente para subsistir. Dicho de otro modo, lo que produce el obrero es apropiado por el capitalista; porque éste le paga no por el trabajo incorporado en el producto final (que le pertenece al capitalista), sino por el valor de la fuerza de trabajo que el capitalista había comprado al obrero. La diferencia entre el valor de la fuerza de trabajo (del obrero) y del trabajo incorporado (al producto-mercancía) es el plusvalor: trabajo no pago que explica la ganancia capitalista. Por ejemplo, si la cantidad de trabajo del obrero equivalente a las mercancías para su subsistencia son 4 horas diarias, las restantes 4 o más horas corresponden a la parte del trabajo no pago que se transforma en ganancia del capitalista. Esta teoría del plusvalor en el trabajo asalariado es un descubrimiento al que, por su sesgo ideológico burgués, no habían podido arribar ni Smith ni Ricardo.

Pero esta ganancia sobre el trabajo asalariado no puede ser apropiada plenamente por el capitalista, sino que se reparte también entre el interés que se queda el banquero (por haberle prestado para la inversión) y la renta del terrateniente (que hace valer su monopolio sobre la tierra). Las ganancias del capitalista, del banquero y del terrateniente salen todas del trabajo no pago o plusvalor. Por otra parte, el valor de las materias primas y demás medios de producción se explican también por el trabajo pretérito o realizado previamente en otras instancias del ciclo productivo.

Capital vs trabajo

¿A qué lleva entonces el interés del capitalista por aumentar sus ganancias? Por un lado, a pagar lo menos posible, llevando el nivel de vida de la familia obrera a su nivel de subsistencia más bajo políticamente posible. Por el otro, aumentando lo más posible las horas de trabajo, hasta el extremo físico posible, de modo de aumentar la cantidad de trabajo no pago o plusvalor. Recordemos la indignación del funcionario macrista y menemista Javier González Fraga sobre que “le hicieron creer a un empleado medio que podía comprarse celulares e irse al exterior”. O el intento de la reforma laboral macrista de transformar las horas extras en “bancos de horas”, para bajar su precio y flexibilizar su uso.

El valor de la fuerza de trabajo tiene entonces un componente histórico-cultural, que tiene que ver con la calidad de vida que puede tolerar una sociedad (más específicamente, su clase obrera). A esto se refería casi explícitamente Macri cuando insistía con la necesidad de un “cambio cultural”, en el que el pueblo acepte perder derechos.

Marx concluye: “…la resistencia periódica que los obreros oponen a la rebaja de sus salarios y sus intentos periódicos por conseguir una subida de salarios, son fenómenos inseparables del sistema del trabajo asalariado y responden precisamente al hecho de que el trabajo se halla equiparado a las mercancías y, por tanto, sometido a las leyes que regulan el movimiento general de los precios”. Propone entonces que los sindicatos y organizaciones populares no se limiten a “una guerra de guerrillas contra los efectos del sistema existente” sino también en “esforzarse, al mismo tiempo, por cambiarlo”. O sea, en “emplear sus fuerzas organizadas como palanca para la emancipación final de la clase obrera; es decir, para la abolición definitiva del sistema del trabajo asalariado”, misión histórica posible recorriendo un período revolucionario prolongado.


1 Carlos Marx, Salario, precio y ganancia, 1898, 1º edición, Londres. Extractos tomados de la traducción de Editorial Progreso, 1979, Moscú.
2 Carlos Marx, El Capital, 1867, 1º edición en alemán.
3 Adam Smith, La riqueza de las naciones, 1814, Edimburgo.


Publicación original: https://cr-alfrente.org/salario-precio-y-ganancia/