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Prácticamente todos los sectores de la cultura nacional se han expresado en contra del desfinanciamiento que significaría la aprobación del proyecto de Ley Ómnibus enviado por el gobierno. Una de las últimas expresiones fue la de Florencia Peña al momento de recibir el premio Carlos de Oro de la temporada teatral 2024 en Villa Carlos Paz. Su pedido de que “la cultura no se desfinancie” fue respondido con un aplauso general. Antes, incluso Adrian Suar se había expresado en contra del proyecto. En el paro del 24 de enero, los y las artistas tuvieron una columna destacada en la movilización a la Plaza Congreso. El abanico de críticas al gobierno pasó a tener una amplitud pocas veces vista.
Si bien en la segunda versión del proyecto el gobierno da marcha atrás con el cierre y desfinanciamiento de los principales organismos, persisten medidas que atacan el funcionamiento de entidades fundamentales como el Fondo Nacional de las Artes (FNA), el Instituto Nacional del Teatro (INT), el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), el Instituto Nacional de la Música (Inamu) y la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip). La Ley Ómnibus finalmente se cayó no por decisión de Milei sino porque no le dieron los votos. En cualquier caso, ¿por qué Milei insiste tanto aún cuando el presupuesto en cultura no tiene semejante magnitud?
Una respuesta que se viralizó fue la del actor y director teatral Pompeyo Audivert: “Yo creo que han identificado la cultura como un enemigo y lo bien que hicieron. Porque la cultura es anticapitalista, tiene como trasfondo lo poético de la identidad individual y colectiva: lo excita, lo activa, lo multiplica, lo señala como sentido esencial. Entonces estos tipos, que son como vampiros, saben que nuestro sector no les aporta votos sino que les genera un cuestionamiento profundo. Necesitan borrarnos”, expresó. Porque la cultura es identidad nacional, promueve debate, abre interrogantes, cuestiona, es resistencia y es lucha.
Entonces el gobierno, que siendo un neo-menemismo ha hecho uso de los clásicos musicales antinoventistas de La Renga y la Bersuit Vergarabat, optó por eliminarla por ley. O eso intenta. Realmente Milei, fanático de Margareth Tatcher, no tiene sentimiento nacional. En su cabeza parece que alcanzaría con Netflix o Prime Video. Y la vice Villarruel, que se reivindica nacionalista, tuvo su repudio espontáneo al interrumpir el show de Peteco Carabajal en Cosquín.
Sea como sea, para Audivert no va a desaparecer la cultura nacional sino que va a ocurrir todo lo contrario: “Lo que va a suceder es que la van a sobreexcitar. No hay mayor excitación que puedan producir sobre el frente cultural que querer sacarnos toda fuente de financiamiento y todos los derechos económicos que supimos conseguir. Nos van a recontra excitar, ya estuvimos súper excitados en la época de la dictadura y unidos hemos creado cosas hermosas. Teatro Abierto no tenía subsidio. Las grandes gestas culturales no fueron subsidiadas, fueron justamente movimientos independientes autónomos autogestivos herederos de las militancias históricas que generaron cosas hermosas. Y así va a pasar hasta que volvamos a recuperar todos esos bienes que son nuestros, de toda la sociedad, y que nos pertenecen. Es muy tonto. Es como pincharle la pelota a un pibe y pensar que no va a seguir jugando al fútbol.”