La doble opresión y la liberación de las mujeres

En nuestro país oprimido por el imperialismo, con las relaciones capitalistas de producción y más aún con el predominio de las mismas desde la década del ’40 del siglo 20, la mujer se incorporó al trabajo en las fábricas, el transporte y masivamente en la salud, la educación, en la administración estatal y demás empresas. Salir a trabajar implicó pasar a tener una doble jornada laboral (la de afuera de casa y la de adentro), pero también significó la conquista de algo básico en el camino de la liberación de la mujer: trabajar y producir junto a otros, socialmente, nos permitió salir del encierro de las cuatro paredes y disponer de un salario. Esto cambió nuestra posición económica en la sociedad y la familia, poniendo en crisis la familia patriarcal.

A lo largo de los años se fueron logrando una serie de conquistas políticas como el voto, la ley de cupo, laborales, contra la violencia doméstica, sociales como el divorcio, la patria potestad compartida, las leyes de educación y salud sexual, penales como la figura agravante del femicidio, el derecho al aborto, entre muchas otras. Hoy, el gobierno de Milei niega esta desigualdad histórica.

¿Por qué se ensañan con las mujeres? Porque tras el feudalismo, el capitalismo, con la socialización de la producción y su salto en el desarrollo de las fuerzas productivas, preservó, sin embargo, una de las más antiguas instituciones: la familia patriarcal, el “taller doméstico” en el que se prepara a los trabajadores/ as y las “mujeres del hogar” del futuro. Y esta es una cuestión de fondo y es el trasfondo de la opresión social que seguimos sufriendo las mujeres: una doble opresión para las mujeres del pueblo, por ser trabajadoras y por ser mujeres. Esto está agravado en nuestro país por la dependencia nacional del imperialismo y la subsistencia de relaciones de trabajo no asalariado de origen pre capitalista.

Son millones en jardines, lavanderías, limpieza y comedores populares que los apropiadores del trabajo del pueblo se ahorran descargando estas tareas sobre las mujeres en lugar de resolverse socialmente. Y sin ese trabajo de la mayoría de las mujeres en el hogar, la sociedad no funcionaría. Las leyes que obligan a tener jardines en los lugares de trabajo muchas veces no se aplica. La ley de cuidados propuesta hace unos años por el Frente de Todxs, y que extendía las licencias por paternidad, no fue siquiera debatida en el Congreso.

La liberación de la mujer es mucho más que “la conquista de derechos” que mentes retrógradas se oponen a otorgarnos. Es mucho más que sólo una lucha cultural. Es una lucha social que, agravada por el capitalismo imperialista, no puede resolverse en términos generales dentro de este sistema político-económico; porque choca con los intereses de las clases dominantes. La lucha contra esta opresión encierra un proceso centralmente de masas, y sobre esta base tenemos una política de confluencia con corrientes feministas avanzadas y otros sectores que abordan la lucha de las mujeres. La emancipación de las mujeres es parte de un proceso más basto de acumulación de fuerzas revolucionarias para transformar la sociedad en su conjunto. La liberación de las mujeres es parte de la liberación nacional y social en marcha ininterrumpida al socialismo.

“La emancipación de la mujer y su igualdad con el hombre son y seguirán siendo imposibles mientras permanezca excluida del trabajo productivo social y confinada dentro del trabajo doméstico, que es un trabajo privado. La emancipación de la mujer no se hace posible sino cuando ésta puede participar en gran escala, en escala social, en la producción y el trabajo doméstico no le ocupa sino un tiempo insignificante.”
Federico Engels, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado.


Publicación original: https://cr-alfrente.org/la-doble-opresion-y-la-liberacion-de-las-mujeres/