Tras más de dos meses de su inicio, no cesa la invasión rusa de Ucrania y los hechos van confirmando algunas tendencias. Por un lado, como señalamos en el número anterior, el objetivo “de máxima” de Rusia, de voltear al gobierno ucraniano con una guerra relámpago, no prosperó. La resistencia ucraniana generó mayores dificultades a las previstas por el Kremlin y en las últimas semanas sorprendieron las imágenes del hundimiento del buque insignia de la Armada rusa con un misil lanzado por Ucrania.
No obstante, eso no significa que el presidente ruso Putin no esté logrando sus objetivos. Por el contrario, en las últimas semanas, tras cruentos combates y la práctica destrucción de la ciudad, el ejército ruso tomó control de la estratégica ciudad-puerto de Mariupol, en el sureste de Ucrania, aunque persistían combates en la planta metalúrgica de Azovstal. De este modo, Rusia cesó al menos por ahora su intención de tomar Kiev, pero consolida su avance en el sur y en el este, regiones fronterizas con Rusia. Este parecería ser el objetivo central del ataque ruso. Desde este paulatino desmembramiento de Ucrania, Rusia busca una negociación en la que se blanquee su ocupación sobre esas zonas.
Estados Unidos, por su parte, también parece estar satisfecho. Quedó claro que a los yanquis no les interesa demasiado el destino del pueblo ucraniano. El objetivo del presidente Joe Biden era provocar a Rusia para desatar un conflicto que le permitiera revitalizar la OTAN y la alianza militar con Europa, despreciada por su predecesor Donald Trump, y que Rusia se empantane en Ucrania. A juzgar por los hechos, logró en gran medida esta meta. En particular, desarticulando la puesta en funcionamiento del gasoducto Nord Stream 2 entre Rusia y Alemania. Además, tanto Finlandia como Suecia han pasado a expresar públicamente su intención de entrar a la OTAN.
El gran perdedor de esta guerra y disputa de potencias es el pueblo ucraniano. A pesar de la resistencia al invasor, ya son miles los muertos y centenares de miles los refugiados de una nación que ya no volverá a ser como antes
Una posición equivocada
El gobierno argentino, a través de su canciller Santiago Cafiero, votó por la exclusión de Rusia del Comité de Derechos Humanos de la ONU, a propuesta por Estados Unidos. A decir verdad, si es por derechos humanos, habría que haber expulsado de allí a Estados Unidos y muchas otras potencias hace años. No casualmente, la moción yanqui fue apoyada por bastantes países menos que la votación que repudió la invasión rusa. Por caso, Brasil, cuyo gobierno de derecha claramente no es “antiyanqui”, se abstuvo.
En esto el voto del gobierno argentino fue equivocado. Es una posición que sobreactúa el acercamiento a Estados Unidos post acuerdo con el FMI, pocos meses después de que el propio Alberto Fernández propusiera a Putin transformar a la Argentina en cabecera de playa de Rusia en la región.