Cinco causas de la inflación

Analizando su multicausalidad, destacamos cinco causas fundamentales de la inflación. Y proponemos algunas medidas posibles para desacelerar los precios.

Monopolización productiva

No hay libre competencia cuando hay monopolización de una rama. Los monopolios –llamados amigablemente como “formadores de precios”– terminan imponiendo los precios a expensas del bolsillo popular y del resto de las actividades. Es lo que ocurre especialmente en el rubro alimenticio argentino. Por ejemplo, Mastellone, La Serenísima y Sancor controlan el 82% de la producción de leche.

Una solución es que el Estado constituya y desarrolle la Empresa Nacional de Alimentos, que intervenga en la producción y comercialización para lograr precios lógicos a los consumidores y a la vez promover las producciones regionales. “Sólo produciendo alimentos vamos a conocer el costo de los alimentos”, argumenta el documento difundido desde la Secretaría de Políticas Integradoras del Ministerio de Desarrollo Social (Prensa Al Frente Nº 172). Nuestro mejor ejemplo en el sentido de combatir monopolios es nuestra centenaria YPF, que logra regular los precios y garantizar el abastecimiento.

Junto con esto, se debe avanzar en leyes antimonopolio. Por ejemplo, que pongan cuotas máximas del mercado por regiones del país.

Comercio exterior monopolizado

Nuestro comercio exterior se concentra en un puñado de monopolios. Sólo 10 empresas controlan el 91% de la exportación de granos. Y algo similar ocurre en el rubro de alimentos industrializados. Esto no sólo perjudica a los pequeños y medianos productores, sino que contribuye a la importación de precios. Así ha ocurrido con la carne, el trigo y los alimentos en general. Buscan cobrar a precios internacionales pero pagar salarios a precios locales.

Las retenciones limitan esta importación de precios. Mucho más efectivo es el sostenimiento de cupos, que primero garanticen el consumo interno a precios locales. Esto ha servido hasta cierto punto en el caso de la carne.

Más grave aún es el contrabando masivo por la Hidrovía Paraná, favorecido por su privatización, la de los puertos y el control de exportación por simple declaración jurada. Este contrabando se demuestra en que las aduanas de destino declaran hasta un 20% más de lo que se declara como salida en la Aduana de nuestro país. Ante esto es necesario avanzar en la nacionalización del comercio exterior; comenzando por un pleno control que evite el desfalco fiscal y permita que se efectivicen las medidas tomadas.

Contexto mundial

Por un lado, la abultada emisión de dólares y euros durante la pandemia han favorecido la inflación mundial. Un 7% de inflación en dólares ha tenido EEUU en 2021. Esto está también vinculado a los aumentos de hasta 50% en el rubro energético, alentado por la reactivación pero que a la vez la limita. Y cuando se prestaba atención a si el precio del petróleo volvía a bajar, se desencadenó la invasión rusa a Ucrania.

La guerra en Ucrania trae más inflación por dos motivos principales: Por un lado, es un gran productor de alimentos, que ahora impone una baja de la oferta y por lo tanto presión a la suba de precios. Por el otro, al buscar la Unión Europea otras fuentes de energía –aunque sea más cara que la que vende Rusia–, alienta también la escalada del precio del gas y petróleo.

Argentina, gran productora de alimentos y con un desarrollo importante en hidrocarburos, podría amortiguar ambos efectos. Si aplica medidas soberanas y decididas como las mencionadas.

Deuda externa y fuga

Casi la totalidad de los 44 mil millones de dólares que el gobierno de Macri tomó prestado del FMI se terminaron fugando. Es un monto que supera las reservas actuales del Banco Central. Buena parte de esto se debe a las exorbitantes tasas de interés que se pagaron durante ese período (el llamado carry trade o bicicleta financiera). Y ahora nos tocaría pagar el capital e intereses de una deuda que ni siquiera fue invertida en inversiones productivas en nuestro país. Mientras tanto, la bajas reservas internacionales presionan permanentemente para que suba el dólar y, a continuación, los precios de productos locales que requieren insumos importados.

En definitiva, el pago de deuda externa y sus altos intereses, la fuga de capitales, las altas tasas de interés para capitales golondrina, la remisión de utilidades de monopolios a sus casas matrices, el contrabando y demás mecanismos que agravan la falta de divisas en nuestro país (la denominada “restricción externa”) contribuyen a la devaluación y suba de precios. Liberalizar el sistema financiero no hace más que agravar este problema.
La exigencia del FMI de aumentar las tasas y acelerar la devaluación en cuotas (el crawling peg) va precisamente en el sentido de favorecer la salida de las ganancias de bancos y monopolios, que por ahora deben pagar un dólar alto comparado con el oficial. Esta exigencia del FMI es también un incentivo a la inflación.

La emisión

La emisión monetaria sin respaldo en la producción nacional también genera inflación. La sobre emisión –respecto del crecimiento del PBI– es justificable en momentos particulares, como lo fue durante la pandemia para sostener el IFE, el ATP y otras medidas. El estricto límite a la emisión junto a la reducción del déficit fiscal, en los términos que pide el FMI, apunta a mantener a raya el nivel adquisitivo de lxs trabajadores en beneficio de monopolios y exportadores. El déficit fiscal debe resolverse con impuestos progresivos, como el impuesto a los fugadores que empieza a ser tratado en el Senado.