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Se cumplió un siglo de la muerte del lider comunista que encabezó la primera revolución socialista triunfante de la humanidad, un 21 de enero de 1924 a sus 54 años. El triunfo de la Revolución Rusa, encabezada por el Partido Bolchevique, demostró no sólo lo acertado de la teoría marxista, sino particularmente los aportes que el propio Lenin hizo al marxismo. Especialmente, el descubrimiento de que el capitalismo había entrado ya en su fase monopolista y se había abierto un nuevo momento histórico: la época del imperialismo y las revoluciones proletarias.
Como conductor de la Revolución Rusa, ubicó la importancia fundamental de la unidad de proletarios y campesinos en el contexto de la Primera Guerra Mundial, expresada en la consigna “Paz, pan y tierra”. Y supo interpretar los distintos momentos que tuvo el proceso ubicando la polaridad principal, uniendo primero fuerzas contra la autocracia zarista hasta su caída en la Revolución de Febrero de 1917. Luego enfrentando el golpe fallido contra el Gobierno Provisional; para finalmente derrocar a este gobierno liberal bajo la consigna “Todo el poder a los soviets”.
Su muerte el 1924 fue una gran pérdida, aunque el socialismo se siguió profundizando en la URSS. Dejando atras al Imperio Ruso decadente y opresor de nacionalidades que tanto reinvindica el actual presidente Putin, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas pudo resolver condiciones dignas de vida para sus habitantes, dominar las técnicas más avanzadas, multiplicar su producción y terminar siendo, en la Segunda Guerra Mundial, el principal contingente que derrotó al nazismo y el facismo de las fuerzas del Eje.